Esa era la costumbre más arraigada en los entornos urbanos desde su nacimiento, la que definía quien era quien por las calles de la ciudad: los que caminaban y aquellos que podían ir a lomos de un caballo o en un carruaje. Con un coste que sobrepasaba los 5.000,00$, el resto de mortales de principios del XX, estaban condenados al uso de sus pies, la bicicleta, el tranvía o el trolebús, como sus ancestros. Era el verdadero reflejo de una sociedad estamental, en donde la economía, sobre todo su ausencia, permitía hacer impermeable la posibilidad de que una persona pudiese llegar a buscarse algo mejor para él y los suyos. Esa sociedad, rígida, impermeable y con sus elementos perfectamente identificables, fue destruida por un sólo hombre. Inspirado en los mataderos de cerdos, en sus salas de despiece y en su modelo de trabajo especializado en zonas determinadas, donde era el producto el que se desplazaba hasta ella, Henry Ford, creo el modelo T. Con un coste de 850,00$, provocó una verdadera revolución cultural en la sociedad. Ahora un trabajador tenía la oportunidad de conseguir un modo de desplazamiento propio. Sus horizontes de trabajo y de vivienda no dependían ya de la estación de transporte urbano más cercana. La clase media podía ahora moverse con la misma soltura que el adinerado hombre y mujer de la burguesía. Eso destronaba al poder económico y social del centro de las calles, que fueron invadidas por multitud de personas, cabezas de familia que deambulaban con sus coches por la misma sección que los mastodontes con V8 y V12. Es curioso como, lo que no se cuenta en los libros de texto de los críos ni en los de historia de los adultos, es que las revoluciones que han cambiado la sociedad moderna, nunca han llegado de las multitudes de manifestantes ni de los voceríos revolucionarios. Las verdaderas revoluciones, que cambiaron para siempre la vida de las personas normales y rompieron los moldes del dulce hogar de los opulentos, llegaron como consecuencia de las herramientas. La maquina de vapor, inició el proceso de industrialización que permitió a la población ser algo más que acarreadores de hortalizas. Les llevo a las ciudades, donde la densidad de población les permitió a las siguientes generaciones educarse y formarse. Tomaron conciencia de población, algo que en el campo resulta imposible e impusieron un modelo social que fue evolucionando. El Model T, les convirtió en un colectivo deslocalizado, les dio opciones para buscar mejores oportunidades para sus familias y les dio un motivo para trabajar, poder gastar con tú familia el dinero ganado en el día libre y llevarlos a algún lugar lejano a merendar. Nada en este mundo es bonito y agradable y todo tiene consecuencias. El pequeño automóvil barato se ha convertido hoy en día en un modelo problemático para la movilidad urbana. Los conceptos que representa: libertad de movimiento e individualidad en el desplazamiento, han tenido como consecuencia la saturación del espacio. Todo esto llevo a la sociedad a un momento de eclosión... y nació el huevo. Se le llamo movilidad sostenible; la revolución ha llegado, pero no traía herramienta alguna que la sustentase, otra palabra muy utilizada, de modo que hubo que inventarla. Inventarse algo y crear algo, puede parecer similar, pero no lo es: el primer concepto no tiene porque funcionar, tan sólo debe cumplimentar una finalidad, el segundo concepto es mucho más difícil de conseguir y no suele usarse si lo que se necesita es un modelo de manipulación. De modo que comenzaron los inventos. Aparecieron los conceptos de que es bueno y que es malo para la humanidad. Inventamos las energías renovables y se le dijo a la población que era bueno, necesario, pero sobre todo eficaz, no se les dijo cuando ni a quien, pero si se les dijo que era muy necesaria para que el sobrecoste de la introducción de sus estructuras fuera tolerado por la sociedad laboral, cuyos impuestos son los que soportan estos gastos. Tenemos el lado bueno, pero se necesita a la otra parte para que compense la balanza, así que se decidió que toda la industria de energías fósiles y las fuerzas fácticas que la sustentan serían los malos de la película. Este colectivo recibió con alegría su carga de responsabilidad, principalmente porque les da igual. El dinero es eminentemente práctico y las nuevas energías renovables eran, y son, una fuente de ingresos impresionante, así que fueron pasando sus logos industriales a colores verdes y azules y comenzaron a tomar posiciones económicas en el nuevo modelo de negocio. Desde el punto de vista puramente económico, la nueva industria verde era un chollo. No necesita de I+D, porque ya te compran el producto tal cual, a precio de impuesto público, mientras les subvencionan la perdida del otro tipo de generación de energías para darle nicho a la nueva, o les subvencionan esta para equipararla con la vieja... o ambas cosas a la vez. Ya no hay problemas de ubicación de la nueva industria de generación porque como es energía verde, los terrenos públicos, montes, bosques, costas, están disponibles sin coste para sus productos. Por supuesto, todas estas personas, los nuevos y los que sostienen el invento, pocas y acomodadas, ya no se hacen llamar los nuevos ricos ni buscan diferenciarse del resto de la sociedad. Es un error del que han aprendido, ahora encabezan las manifestaciones de la sociedad, son los voceros de sus necesidades y levantan con pasión la bandera de la libertad por las calles de nuestras ciudades. Y ahora que hemos vuelto a la urbe, veamos como estos señores que ya no llevan bombín ni puro, ni las señoras van enjoyadas y emplumadas, sino que todos van perfectamente vestidos con looks casual, buscan su espacio vital en el entorno urbano. El primer axioma es empezar por la verdad: hoy en día, el vehículo privado es un problema en la movilidad de las ciudades y son un factor fundamental en el índice de contaminación. Más tarde, llegaron los discursos de la humanización de las ciudades, que básicamente consiste en que la población, en general, debe ir a pie por la ciudad, o en bici, o en transporte público. Llegaron las teorías contra las grandes superficies, siempre bajo el prisma del uso del vehículo privado y aprovechando esto para atacar al primero, se fomenta lo que empezó a llamarse el nuevo comercio de barrio (la tienda de ultramarinos donde compraban tus padres o abuelos). El razonamiento era muy simple, si vives en tu manzana, comes en tu manzana, compras en tu manzana... ¿para que quieres un coche?. La siguiente fase es la prohibición. Como siempre se empezó por una necesidad real, los cascos históricos, que en Europa suelen ser medievales, de calles estrechas y que, o ya eran imposibles de usar por el vehículo o eran un desastre cuando se usaban. Más tarde, empezó lo verdaderamente interesante para este contexto. El núcleo central de la ciudad, donde el dinero es el concepto sustancial de la zona, fue delimitado y limitado. Primero con la escusa de una mejor distribución del espacio de estacionamiento, se utilizaron los límites de tiempo para el mismo, excepto claro, si vives en la zona. Esta filosofía no liberaba espacio en el viario, aunque se solía publicitar de este modo, pero si mejoraba el estacionamiento del vehículo local, al ofrecerle un espacio propio. Luego llegó la penalización o incluso la prohibición de la entrada a estas zonas, pero ahí surgió un problema con el nuevo grupo burgués. No todos gustaban de vivir en la zona, pero si de llegarse hasta ella y una prohibición de este tipo les condicionaba. El peaje, como en Londres, era una solución intermedia, pero que al final establece clases entre una clase que no desea verse diferenciada. La prohibición completa no gustaba a nadie. Pero las nuevas tecnologías llegaron en su ayuda y apareció el coche eléctrico, o híbrido o algo similar. Ahora ya volvían a tener un Maybach, un Cadillac, un Mercedes o un Aston Martin, pero sin la ostentosidad de estas marcas. Ahora son principalmente marcas asiáticas y para la élite eco la marca americana. Rápidamente, las normativas municipales se pusieron al día con ellos. Nadie puede entrar si hecha humo; pero con voltios eres bien venido donde quieras. Y así, llegamos de nuevo al principio de este texto. El jefe del jefe del departamento llega al centro de trabajo, en el mismo centro urbano, con su flamante vehículo eléctrico que tiene una vida media de entre 6 y 8 años, para aparcar en un lugar bien definido para este tipo de coches y con la sencillez que le debe caracterizar, nada de ostentosidad, ¡por favor!, que es de muy mal gusto, introduce con parsimonia el enchufe en su lugar de carga a un par de minutos de su horario laboral. Mientras, el auxiliar administrativo de ese departamento, deja su vehículo de combustión de 15 años, recién pagada su I.T.V para que no manche, en un estacionamiento disuasorio por el que tiene que pagar una módica cantidad, coge una serie de modelos de movilidad, por los que, además de pagar, debe buscar una ventana que le deje lo más cerca posible de su trabajo, un buen montón de sus minutos antes de que empezar su jornada laboral, y por último recorre a pie el resto del trayecto, mientras le bombardean con publicidad sobre los nuevos vehículos eléctricos, a los que él nunca podrá acceder pero que su jefe pronto estrenará. Pero debe sentirse feliz, porque todos los impuestos que ha pagado para llegar a su puesto de trabajo, las entidades gubernamentales las van a destinar a suministrar voltios gratuitos al coche eléctrico de su jefe y de ese modo contribuir a la ciudad verde y limpia. Bueno, hoy se siente un poco menos feliz, porque su jefe le esta mirando desde la cristalera recriminándole los cinco minutos que ha perdido por culpa del transporte público. Pero su jefe es un tipo listo y sabe cual es la solución. Josemí, dejate de mierdas de transporte público y compra un patinete eléctrico de esos, ¡es el futuro!. La sociedad de clases a vuelto y esta electrificada
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AuthorDesde 1995, estoy profesionalmente involucrado en la Gestión del Tráfico. He convivido con dos generaciones de Ingenieros de Tráfico y he vivido en primera persona la evolución, en el entorno urbano, de la idea conceptual, a la moda ideológica. Plasmó aqui algunas y sus resultados. Archives
Marzo 2023
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