El transporte colectivo urbano, entendido como el vehículo con desplazamiento en superficie que comparte todo o gran parte del vial con el resto de vehículos a motor, ha sido siempre la panacea de los sistemas de movilidad en el sistema viario urbano.
Es obvio que si se reduce el número de vehículos en una sección de un vial, aumentado la relación entre personas transportadas => asientos => vehículos, la posibilidad de desplazamiento en dicha sección se aumenta considerablemente.
Por ello, los sistemas de transporte público han ofertado dicha relación para establecerse como sistema de transporte o desplazamiento primario, ejerciendo, y a menudo obteniendo un trato de favor en su prioridad de paso en viales e intersecciones.
Sin embargo, el uso de trayectos fijos y paradas regulares y por tanto la necesidad del usuario de modificar su modo de vida diario para acondicionarse a dichas limitaciones le ha impedido, hasta la fecha, esa implantación para convertirse en la alternativa real al desplazamiento en vehículo privado.
El transporte urbano de superficie coexiste con el vehículo ligero, aumentando el índice de congestión del viario urbano, ya sea por sus dimensiones y radios de giro o bien por la implantación de medidas prioritarias sobre otros medios de transporte, que han visto reducida su superficie utilizable.
Con el nacimiento del concepto de movilidad urbana sostenible se ha modificado el objetivo de mejorar los desplazamientos y los medios con los que se realiza de un estado de objetivo óptimo a la categoría de necesidad primaria. Esto ha derivado, en un cambio de aptitud frente al uso del vehículo privado, pasando del fomento en el uso del transporte público a la restricción en el uso del vehículo privado, especialmente en el centro de los cascos urbanos.
La utilización de la numeración de las matriculas para permitir o no el uso del vehículo privado (caso de Francia, Italia o Grecia) o el pago de una tasa por el uso de un determinado sector de la urbe (Reino Unido o Suecia), intentan reducir el uso del vehículo privado y por tanto aumentar el espacio utilizable para el transporte público.
Con la entrada en escena del concepto medioambiental, la humanización de la urbe, la ciudad verde... se ha dado un paso adelante, estableciendo que el sistema de transporte urbano mediante vehículos con motor de combustión debe ser reemplazado por otro con un menor impacto ambiental.
Actualmente, existen dos líneas de trabajo diferenciadas:
Utilizar los vehículos actuales con un menor consumo y menos contaminantes que los actuales, bien mediante la sustitución del origen del combustible (biodiesel) o por el uso de otros combustibles (hidrógeno y gas natural comprimido).
Se propone la renovación de conceptos a través del uso de sistemas de transporte cuyo origen se remonta a principios del siglo XX, modernizados y mejorados: tranvía, trolebús e híbridos formados por variantes de los anteriores.