El pensamiento lineal es una de los elementos que más influyen en la posibilidad de realizar una instalación de semáforos en una intersección o zona determinada. Cuando un cliente expone la necesidad de tal instalación, a menudo incide en factores sociales que fortalezen su opinión para dicha instalación, a saber... colegios o edificios públicos de gran afluencia peatonal, zonas de entrada o salida de vehículos o una fuerte interactuación entre diferentes tipos de desplazamientos (normalmente, vehículos a motor y peatones). El proveedor del servicio, valora el conjunto de factores, establece la intensidad peatonal, su patrón origen->destino, su interactuación con el resto de elementos, la intensidad del tráfico principal y de sus accesos, la agrupación de movimientos dentro de la intersección y la adecuación de una programación lumínica a todos los eventos observados. El cliente inicia los trámites legales para adjudicar la instalación, establece los parámetros de la instalación y el proveedor de servicios inicia, comprueba, mantiene en garantía y entrega definitivamente la obra al cliente. El cliente tiene lo que necesita y el proveedor de servicios obtiene un beneficio del proceso. Hasta aquí lo habitual de cada día... o no. Cuando en los noventa, la Dirección General de Tráfico inicio una campaña para regular las travesias de algunas de sus carreteras, para mejorar el paso de los vecinos, optó por dotar a dichos pueblecitos de semaforización (preavisos y controles de velocidad de tráfico y uno o más pasos de peatones con pulsador), desde luego la idea era coherente y el aspecto relacionado con la seguridad vial se antojaba fundamental, porque cruzar una travesía nunca ha sido fácil. Pero cuando las instalaciones pasaron a manos del ayuntamiento de turno, la factura de mantenimiento para algunos de ellos, estaba por encima del presupuesto completo del ente público. La consecuencia fue la falta de mantenimiento de estas instalaciones, su apagado y su envejecimiento prematuro, todo ello sin haber cumplido una década. Esa es la consecuencia de un pensamiento lineal, del causa -> consecuencia, de ver el tronco y no el arbol. Aquí entra el factor culpa, ¿que se hizo mal?¿el ministerio poniendo buena intención, pero no proyectando costes a futuro?¿el proveedor de servicios equipando con última y cara tecnología al pueblecito?¿el ayuntamiento recogiendo una instalación imposible de presupuestar?. Me recuerda al siniestro de un avión... tiempo despues aparece en titulares que tal o cual pieza no fue cambiada o tal o cual persona no hizo lo que debía haber hecho.... mucho tiempo despues, aparece, si es que aparece, un listado de medio centenar de deficiencias que influyeron, directa o indirectamente, en el siniestro del avión durante los últimos dos años de operatividad del aparato.
Ah!!... la tecnología... ¿y esto es nuevo?... pues no.
El sistema bajo demanda es tan antigüo como el semáforo, de hecho el primer semáforo urbano estaba accionado por un policía; pero antes, su abuelo, el semáforo del ferrocarril, ya era inteligente, porque el propio convoy establece su demanda de paso y la regulación le permitía pasar al siguiente cantón si este se encontraba libre. La realidad es que nunca se han tomado estos sistemas en consideración, algunas veces se achacan a los costes de instalación, otros al alto grado de mantenimiento y alguna que otra vez a la facilidad para ser víctimas de actos vandálicos. Pero la circunstancia que más ha favorecido que un peatón tenga que esperar a un semáforo en rojo, o un vehículo este parado, un miercoles a las 4:17 horas de la madrugada, suele ser el desconocimiento. La responsabilidad es repartida... y se puede reflejar con frases hechas, lo simple es lo mejor, complicarlo no merece la pena, es más costoso, cuando no hay coches los semáforos a intermitente... y quien esta despierto a las cuatro de la mañana. Cuando estas enfrente de un cliente, si le complicas la vida ofreciendole todo el potencial, cuando el quiere algo concreto, perderas más que ganarás, yo no voy a rebatir todas esas frases hechas o esto sería largísimo... pero si no deseas la coletilla ¿y no puede hacer que... ...pues para que lo quiero?, conviene hacerle perder un poco el tiempo. Este es un pequeño test para hacer perder el tiempo al cliente y que en un futuro te tenga en cuenta como a alguien que no le defrauda en sus necesidades. En él, se ofrece, sin necesidad de conocer su tecnología, un reflejo de lo que el cliente espera de una regulación.
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AuthorDesde 1995, estoy profesionalmente involucrado en la Gestión del Tráfico. He convivido con dos generaciones de Ingenieros de Tráfico y he vivido en primera persona la evolución, en el entorno urbano, de la idea conceptual, a la moda ideológica. Plasmó aqui algunas y sus resultados. Archives
Marzo 2023
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